WASHINGTON (proceso).- La realidad de asumirse como el casi seguro candidato presidencial por el Partido Republicano obligó al multimillonario empresario Donald Trump a modificar su lenguaje, maquillar su ideología e intentar dar la impresión de no ser un tipo tan pedante, denuncian algunos de sus correligionarios que se niegan a aceptarlo como su abanderado para las elecciones presidenciales.
Ya sin contrincantes, por lo menos hasta la celebración de la Convención Nacional del Partido Republicano –a celebrarse del 18 al 21 de julio en Cleveland, Ohio–, Trump contrató a más de una decena de asesores político-electorales para venderse ante los electores como un candidato presidencial más refinado, sensible y distinto al bravucón, ofensivo y grosero aspirante a la nominación de su partido.
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