CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Antes de las elecciones del domingo 5, cuando ni ellos imaginaban que el Partido Acción Nacional (PAN) ganaría las siete gubernaturas que lo reactivan hacia 2018, Felipe Calderón y Rafael Moreno Valle tramaban deponer a Ricardo Anaya de la dirigencia para tomar ellos el control del proceso sucesorio interno.
Anaya supo que Calderón confió a un grupo de panistas en mayo, durante una comida en Tlaxcala, que pasada la elección –que preveía sería un nuevo fracaso– iría por “la cabeza” del dirigente nacional del PAN, a quien el principal operador de Moreno Valle, Eukid Castañón, acusó a su vez de traición.
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