Marc Bosch*/ CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Un nuevo 20 de junio, un nuevo día del Refugiado, un nuevo año en el que nos tenemos que lamentar de la falta de avances en el reconocimiento de los derechos de los refugiados sin poder dar ninguna respuesta creíble al porqué de la incapacidad de proteger a los más vulnerables, a aquellos que huyen de la guerra y de conflictos, cada vez más agudos, más violentos.
Con unos Estados ávidos por blindar sus territorios que convenientemente han olvidado la solidaridad a la que ellos mismos se comprometieron por ley en el pasado cabe preguntarse: ¿Quién será el último refugiado? No porque no vayan a existir personas que quieran huir de la guerra, sino porque no podrán huir de ella, atrapados entre conflictos, incapaces de buscar refugio, abandonados en tierra de nadie sin poder cruzar los muros construidos entre todos.
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