BRUSELAS (apro).-En septiembre del año pasado el artista belga Denis Meyers emprendió un proyecto colosal que él mismo consideraba una locura: plasmar con su arte urbano una superficie de 25 mil metros cuadrados, equivalente al área que ocupa media plancha del Zócalo de la Ciudad de México. Y lo hizo sabiendo que todo sería destruido; de ahí el carácter excepcional de su propuesta y el interés por su universo artístico.
El proyecto lo realizó en condiciones hostiles de humedad y frío dentro de un edificio abandonado y destrozado en espera de su demolición; el inmueble que alguna vez fuera la magna sede en la capital belga de la empresa trasnacional de químicos Solvay.
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