Sedena: impunidad por decreto

Juan Veledíaz/ CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- La primera ocasión que el cabo Gabriel Roque Bernardino tuvo un ataque de psicosis paranoica fue la mañana del pasado 26 de julio en la cancha de basquetbol que se utiliza para el pase de lista de los internos del penal militar de Mazatlán, Sinaloa.

Ese día, delante de 170 personas que esperaban formados, Roque empezó a delirar. Decía que un grupo de la Policía Ministerial Militar (PMM) iba por él. Pedía que llamaran al director de la prisión y rogaba al oficial que pasaba lista para que impidiera que los policías se lo llevaran, pues lo iban a torturar.



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