A las puertas de otra crisis

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Enrique Peña Nieto decidió que la economía iba a crecer y, por tanto, ejerció un mayor endeudamiento con el apoyo del Congreso. Sin que se produjera el esperado aumento del PIB ni, por tanto, de la masa de contribuciones, el resultado ha sido un río de dólares que se marchan. Es por ello que el peso se ha venido devaluando durante el sexenio.
Para hacer frente al pago de requerimientos financieros, el gobierno quiere un superávit primario pero éste es insuficiente y dañino. Los agresivos recortes sólo conducen a reducir un poco el ritmo de endeudamiento pero son recesivos, es decir, llevan a un menor crecimiento económico. Tener un sobrante de ingresos antes del pago del servicio de la deuda no garantiza poder estabilizar las finanzas públicas ya que con anterioridad se había elevado demasiado la cuantía relativa del débito. En pocas palabras, el país tiene un grave desequilibrio.


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