CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Las denuncias de los distintos #MeToo mexicanos han exhibido una gravísima problemática de prepotencia machista, abuso de poder y perversión psíquica. Es urgente erradicar dichas formas de agresión y abuso, y una tarea indispensable es la de llevar a cabo una reflexión crítica. En especial, es necesario visibilizar la narrativa dominante acerca del acoso que se nutre de creencias tradicionales de la doble moral vigente.
La doble moral reproduce concepciones sociales diferenciadas acerca de la vida sexual de las mujeres y de los hombres. Ese código dual transmite la creencia de que la actividad sexual es “peligrosa” para las mujeres y “saludable” para los hombres. Para las mujeres, el “peligro” de ejercer su sexualidad radica en dos cuestiones: la posibilidad de quedar embarazadas y el riesgo de ser “deshonradas”, ya que si la actividad sexual femenina es frecuente u ocurre fuera de los marcos de la “decencia”, o sea, de una relación “legítima”, produce rechazo y escándalo.
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