CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En el antiguo Egipto, dice el filósofo Rüdiger Safranski, existía un mito fundacional sobre lo que hoy llamamos Estado. Estaba representado por Shou, dios del aire. Su tarea era “mantener levantado el cielo sobre la tierra para que éste no se desplomara” y el mundo, devorado por la anomia (ausencia de orden), dirían los griegos, volviera al caos (al abismo, a la oscuridad). El Estado era “la catástrofe detenida”, el “origen del mundo estable”.
Desde entonces esa idea ha prevalecido en Occidente bajo los conceptos de “legalidad” y “legitimidad”, formas modernas de lo que antiguamente eran la potestas y la auctoritas, el “poder temporal” del Estado y el “poder espiritual” de la Iglesia.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí