CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- De cómo el entrañable fundador de Proceso cercó a Luis Donaldo Colosio hasta hacerlo aceptar que Carlos Salinas no había conocido previamente el famoso discurso del 6 de marzo de 1994.
Ya precandidato, fijó la fecha para un encuentro en Proceso. Lo aguardé en vano. Al día siguiente ofreció disculpas y propuso otro día en el mismo lugar y a la misma hora: 11 de la mañana. Tampoco nos vimos. El 22 de diciembre se presentó intempestivamente en la revista y encontró a los trabajadores de la limpieza en plena faena. A nuestra telefonista, Karina, le pidió permiso para entrar al baño, “el de todos”. Karina le indicó el camino, Colosio le dio las gracias y ofreció que volvería. Resolvimos, sin titubeos: colocaríamos una placa en el mingitorio histórico.
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