CIUDAD DE MEXICO (proceso).- En el imparable deterioro de su imagen –29% de aprobación, según Buendía y Laredo en la edición de El Universal del lunes 4 de julio– y luego de que su partido perdiera siete de 12 gubernaturas en los comicios del 5 de junio pasado, el presidente Enrique Peña Nieto y sus colaboradores cambiaron posturas. Se abrieron a diálogos hasta hace poco impensables, favorecieron reclamos cupulares por las leyes anticorrupción y, con amplia cobertura mediática, el mandatario pidió perdón por la indignación causada por el escándalo de la Casa Blanca.
En los hechos, las posturas no variaron en todos los casos o lo hicieron a conveniencia; los diálogos han sido infructuosos y engañosos, y el perdón no se pidió por el hecho de haber adquirido una costosa propiedad a un contratista gubernamental favorecido desde que fue gobernador del Estado de México, sino por el error de descuidar la percepción de los ciudadanos.
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