“¿Dios me va a perdonar, padre?”, preguntó El Chueco al sacerdote que atestiguó los asesinatos que éste acababa de cometer: el del guía de turistas Pedro Palma y el de los jesuitas Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales, quienes durante décadas cumplieron su compromiso pastoral y social con los pobres de Cerocahui. En los habitantes de esta comunidad queda ahora “una sensación de orfandad”, comenta Luis Gerardo Mora, provincial de la Compañía de Jesús en la región. Y afirma que los jesuitas tienen claro qué quieren del gobierno: “que detenga la violencia y voltee hacia la pobreza y la injusticia que hay en la Tarahumara. Porque si no, en un mes va a seguir todo igual”.
CHIHUAHUA, CHIH.- En la tarde del lunes 20 Noriel Portillo Gill, El Chueco, entró al templo de Cerocahui con un hombre muy golpeado. Era Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, conocido en la región como un guía de turismo con más de 40 años de servicio. Los sacerdotes jesuitas que estaban en el templo se acercaron para abogar por él y trataron de disuadir al agresor de que no le disparara.
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