El país se desenvuelve en una agenda pública compleja de contradicciones y desafíos manifiestos. La falta de una ruta clara de diálogo efectivo y esperanzador en la discusión de la problemática social y la ausencia de sensibilidad política de los actores públicos son una muestra por demás palpable de lo que hoy sucede. En términos prácticos, influir en la toma decisiones acerca del rumbo del país se ha convertido en un peldaño de difícil acceso para los ciudadanos de a pie, cuyos derroteros parecen depender únicamente de la voluntad política del representante y del calendario que los rige.