CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En las primeras horas del sueño, la mente se va nublando con fantasmas. La imaginación se adueña de cada pedazo de cerebro. A veces hay pesadillas, pero son inofensivas. En las fotografías de Roger Ballen (1950) habita un espejismo de los sueños: insectos que alguna vez fueron una silla, niños descabezados, un enjambre de cables, un cuerpo que sostiene una paloma, dibujos sacados de un barrio de enfermos mentales en Sudáfrica, un cachorro entre dos pies deformes, una gallina en una cubeta…
Los objetos cotidianos, los animales y la locura incitan a imaginar la utopía de los sueños: un territorio donde no se distingue lo real de lo incierto. Más que terrorífica, la obra de Ballen es inquietante. No incomoda, atrae. En entrevista con esta agencia a propósito de su exposición Introspective en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB) de Oaxaca (114 imágenes realizadas en más de medio siglo), el fotógrafo explica (vía telefónica México-Milán) la noción de ficción documental que permea en su obra: