CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Este año llegamos al 8 y 9 de marzo con una energía social muy particular, ya que los casos de Abril, Ingrid y Fátima nos han confirmado que en ningún lugar estamos seguras. Mientras el discurso presidencial ha ido en la línea de discutir los privilegios materiales que ha mantenido un régimen político y económico que sostiene la desigualdad, se ha evidenciado la necesidad de discutir de fondo la igualdad de género e incluirla en las políticas públicas.
En este contexto, el feminismo ofrece una comprensión amplia de la precariedad social, tanto como una salida incluyente.