Sovietistán y cómo encontrarse con su cultura

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La cruenta guerra que desató la invasión de Rusia a Ucrania ha provocado que muchos ojos en todo el mundo vuelvan la vista a una región pocas veces contemplada. Hasta ahora sabemos que innumerables países dependen de la producción de gas de Rusia, de la producción del trigo y cebada del corredor Rusia-Ucrania, de donde sale también más del doble del aceite de girasol y hasta México tiene que recurrir a sus fertilizantes.

Un atrevido viaje de la periodista noruega Erika Fatland por las repúblicas de Asia Central, con el título que encabeza este artículo, nos lleva a entender la diversidad de una enorme porción de lo que fue la Unión Soviética, que en un breve lapso pasó de 22 millones 402 mil 200 a 17 millones 75 mil 200 kilómetros cuadrados, ya como Federación Rusa. Y, pese a esa pérdida, continúa siendo el país más grande del mundo.

Las representaciones de la guerra

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Todas las guerras son terribles. Resulta insoportable saber de la muerte de tanta gente, de heridos que arrastrarán alguna marca a lo largo de su vida, de los niños huérfanos. Duele más cuando los causantes apenas si se conmueven, insistiendo en sus fines egoístas. No pasa un año sin que la humanidad conozca una guerra o conflicto de envergadura. Algo evitable si los líderes tomaran las decisiones correctas, si no estuvieran dispuestos a arrojar al campo de batalla a quienes estarán involucrados en una guerra que no provocaron.

Luego de la invasión de Rusia a Ucrania el 24 de febrero, los medios informativos tomaron partido de inmediato porque en efecto es repudiable la decisión de Vladimir Putin, pero no sólo por lo que políticamente significa, sino por el impacto en quienes a partir de ese momento su vida se encuentra en vilo enfrentando los despiadados bombardeos, el abandono de sus hogares, la hambruna y la incertidumbre de lo que vendrá.

Diario de la Gran Guerra en el Mediterráneo

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Se ha escrito mucho sobre lo acontecido en la Gran Guerra entre 1914 y 1918, cuando el Imperio Otomano entró en la contienda al lado de los imperios centrales y trajo tras de sí la bancarrota y el sufrimiento a todos los habitantes del territorio del Medio Oriente, que dominaba desde hacía 500 años. Sin embargo, no son tantas las memorias que cuenten detalladamente el día a día de lo que sucedía entonces como lo hizo en primera persona Beshara Gerges al-Buere en su Diario sobre los cuatro años de guerra, 1914-1918, que llega a los lectores mexicanos gracias al empeño de su bisnieto, Juan Naguib Farah Buere, con una traducción del árabe de Habib Samne Bitar, en un libro editado en 2021 por el impresor José Castellanos.

Heredero de una antigua tradición, el escrito de Al-Buere se suma a los de otros notables que escribieron su participación en una contienda; entre los más célebres de la región está Las guerras de los judíos, de Flavio Josefo, o el de Los siete pilares de la sabiduría, de T.  E. Lawrence, que narró lo que acontecía tierra adentro en el contexto de la Gran Guerra, comprometido con la rebelión del sherif Hussein.

Muros de arena encierran al mundo

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- ¿De verdad hay que continuar deteniendo el paso a los migrantes? O aceptar que ya no vivimos el siglo de las migraciones, sino el de los intercambios permanentes debido a las necesidades del mundo actual.

En 2015, el año de la mayor crisis migratoria de nuestro tiempo, millones de migrantes que no habían muerto ahogados en el Mediterráneo en su trayecto de Turquía hacia Europa llegaron a la isla de Lesbos, encontraron otros obstáculos. Encontraron en la ruta a los Balcanes murallas metálicas, alambradas con púas hirientes para impedirles el paso, que estaban cerrándoles los caminos. En Hungría se anunció la construcción, en la frontera con Serbia, de una valla de 175 kilómetros de largo por cuatro metros de alto. Y en Endomeni se estableció el mayor campo de refugiados en Grecia, financiado por la política migratoria de la Unión Europea para impedir el paso a sirios, afganos, iraquíes, pakistanos…

El conflicto Israel-Palestina y “hasta que todo vuelva a empezar”

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los cancilleres de Alemania, Eslovenia y la República Checa caminaron muy serios al lado de Benjamín Netanyahu quien, por el contrario, sonreía al mostrarles los estragos de uno de los proyectiles lanzados por Hamás en Tel Aviv el pasado 19 de mayo. El recorrido no incluyó la visita a los sitios impactados por la artillería israelí en Gaza, a fin de que los enviados de esos países tuvieran una visión completa de lo sucedido y vieran las más de 16 mil viviendas dañadas, los 800 edificios destruidos junto con las 300 instalaciones esenciales. No es casual, porque los 27 países de la Unión Europea nunca han logrado un consenso para hacer un llamado enérgico para deponer las armas a ambos bandos de una guerra que causó tantas muertes.

Un acuerdo del cese del fuego llegó al día siguiente por la mediación de Egipto y la influencia de Catar. La guerra de 11 días pudo esperarse, pero no la virulencia que alcanzaría. Fue el costo del impasse que ha prevalecido en los últimos años por el aggiornamento palestino, que dejó de ser importante para los países árabes; por los acuerdos de Abraham se permitió a Baréin, Emiratos Árabes e incluso Arabia Saudita avanzar en el establecimiento de relaciones con Israel, con la renuncia explícita a mantener en sus agendas la causa palestina, para enfocarse en sus propios problemas.

La invención de América y la Glorieta de Colón

Un fuerte movimiento reivindicatorio indígena en varios países de América Latina reaccionó este 12 de octubre –conmemorativo del mal llamado “descubrimiento de América”– y atacó monumentos representativos de la conquista española; en México, las autoridades protegieron la estatua de Cristóbal Colón, quien ha sido ya cuestionado por su esclavismo. En este artículo para Proceso, el autor del libro La patria en el Paseo de la Reforma (FCE; México, 2011) hace un repaso del sentido de la historia que tiene la emblemática avenida.