Estados Unidos: Una insurrección fallida

WASHINGTON, DC (Proceso).- El pasado miércoles 6, poco después de las dos de la tarde, en Estados Unidos la democracia quedó en vilo. Justo en su epicentro, el Capitolio, sede del Congreso en esta ciudad, y durante uno de sus actos más solemnes: la sesión bicameral para certificar a Joe Biden como ganador de la elección presidencial de 2020. Los discursos se truncan: el Poder Legislativo está siendo invadido, por primera vez desde que lo incendiaron fuerzas británicas en 1814.

Más de dos siglos después, seguidores del presidente Donald Trump superaron en minutos a las escasas fuerzas policiacas, irrumpieron en el edificio y forzaron la evacuación de los representantes (diputados). A la democracia más antigua del mundo le tomó seis horas retomar el proceso democrático.

El voto latino: Un botín clave, pero disperso

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Los latinos no podían estar “Todos con Biden”. Aunque lo intentaran. Con esa frase unificadora se lanzó la plataforma del candidato demócrata en pos del voto latino, pero quienes quisieron acceder a su página web no encontraron promesas ni proyectos: solo una fotografía del exvicepresidente cabizbajo, rematada por el mensaje “Oops, Joe se olvidó de los latinos”. Y un enlace a “Latinos por Trump”. El equipo del presidente se había adelantado a comprar la URL del sitio todosporbiden.com, y abundó en la burla apropiándose del @todoconbiden en Twitter para denostar a su rival.

La artimaña quedó olvidada cuando Biden se llevó la vasta mayoría del voto latino en la elección presidencial: poco menos de siete de cada 10. Aunque con porcentajes menores a los de Hillary Clinton en estados clave, cuatro años atrás.

Los estados de la discordia

Debido a las características del sistema electoral estadunidense, un puñado de estados indecisos podrían definir al triunfador de las elecciones presidenciales del próximo martes 3. En la recta final de los comicios, John Biden y Donald Trump se los disputan palmo a palmo, sus equipos concentran en ellos los actos y gastos de campaña y sus estrategas diseccionan las características de sus electores –edad, raza, género, preparación, empleo– para que no se les escape ningún voto.

Washington (apro).- Era la 1:35 de la mañana del 9 de noviembre de 2016, cuando la noticia alcanzó a los seguidores de Donald Trump congregados en una banqueta de la Sexta Avenida, afuera de su fiesta electoral. Se difundió que había ganado el estado de Pensilvania. El júbilo de esa noche se transformó en emoción solemne ante el milagro: se tomaron las manos en círculo y comenzaron a rezar. No importó que ese estado hubiera sido ganado por solo 0.7%, ni que al contabilizar todos los votos del país su candidato obtuviera 3 millones menos que su contrincante.