La poesía que leíamos en 1968 y Dylan

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Pienso en 1968 como en un año de rebelión y gozo. Si el azar hubiera sido más favorable, habría prohijado más belleza al provocar que todo lo mejor ocurriera en el mágico y simbólico 69.

Lo dicho de ninguna manera oculta los espantosos nubarrones de dolor y muerte, ni la negación de la vida que representó el terrorismo de Estado impuesto por los políticos en el poder (amparados en la profunda corrupción y autoritarismo del PRI, dispuestos, como lo hicieron una vez más, a matar, desaparecer y masacrar a los ciudadanos y justificarlo como “un bien a la patria”); aunque frente a todo eso estaba nuestra afirmación de la vida envuelta bajo el manto de Eros (Vida, Creación, Gozo, Erotismo, Sensibilidad), enfrentada al macabro Tanatos (Muerte, Destrucción, Injusticia, Cerrazón, Opresión).