CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Al cruzar el río Rubicón en enero del año 49 a.C., Julio César acuñó la frase: “alea iacta est”, que significa, “la suerte está echada”. Cruzarlo era ubicarse en el terreno de la ilegalidad, convertirse en enemigo de la República, en suma, rebelarse contra el derecho, apostar por la dictadura, por la guerra civil. Lo cruzó, él primero y luego su ejército armado, contrariando la autoridad de las leyes romanas. Punto ese de no retorno.
Después César, en la batalla de Farsalia, derrotó a Pompeyo que encabezaba el ejército republicano; simuló César rechazar tres veces la corona regia ofrecida por Marco Antonio, pero se hizo nombrar dictador perpetuo.