MONTERREY, N. L., (apro).- La industria del cine es la de la perdición. Quien se interesa en este negocio está condenado a ser devorado por un implacable sistema corrupto y decadente del que nadie escapa.
Babylon (Babylon, 2022), la nueva extravagancia del realizador Damien Chazelle es un abigarrado viaje por la transición entre las décadas de los 20 y los 30, cuando la forma de hacer películas cambió por completo, con el paso del cine mudo al sonoro.
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