Buenas intenciones, malos modos

Denise Dresser

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Imagínense el siguiente escenario. Después de los sismos de septiembre 2017, el candidato del PRI, José Antonio Meade, anuncia la creación de un fideicomiso para ayudar a los damnificados. El fondo privado es incorporado por personajes que simpatizan con el priismo, y tiene la misma dirección legal que la sede del partido. A ese fondo llegan múltiples aportaciones en efectivo por parte de personas no identificadas, incluyendo sumas que sobrepasan lo permitido por la ley. También llegan fondos de parte de empresas, lo cual está prohibido. El fideicomiso comienza a operar pero no le informa a la autoridad electoral los ingresos que recibe, y tampoco explica los egresos. El fideicomiso reparte una porción significativa de lo recaudado en efectivo, vía militantes o candidatos del PRI. Cuando surgen interrogantes en torno al comportamiento del fideicomiso, la reacción inicial del PRI es argumentar que como es un ente privado, no está sujeto al escrutinio de la autoridad electoral.



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