Londres/París, 31 de julio (apro).– En el cementerio municipal de Calais, al norte de Francia, hay una pequeña lápida con el nombre de Samir Khedija, un bebé que murió varias semanas antes de su nacimiento. La muerte del pequeño se debió a que su madre, una mujer de Eritrea, de 25 años, cayó violentamente de un camión con acoplado en su fallido intento por alcanzar Gran Bretaña y comenzar una nueva vida allí, como había soñado.
Enterrado en una pequeña fosa sin nombre ni flores, Samir se convirtió en otra víctima de la creciente crisis humanitaria que azota a ese puerto francés desde hace meses y que se exacerbó en las últimas semanas como consecuencia de una serie de huelgas de trabajadores portuarios y granjeros franceses.
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