“Cara y Cruz”

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Mi querido amigo Juan D’udaquis: te debo confesar que me sorprendió tu carta a este buzón por dos motivos: el primero, la envidia que despertó en mí por tu entusiasmo y fe en el futuro, y el segundo, mi admiración por tu ingenio en buscar argumentos válidos para justificarlo.

Mi envidia se debe a que más quisiera yo poder participar de tu optimismo y seguridad de que vamos a vivir en un mundo mejor para todos para así poder respirar tranquilo por el resto de mi vida apoyándome, como tú, en esa cerrada fe que tienes en la mujeres, por el simple hecho de serlo y cada vez, ¡por fin!, estén conquistando más libertad y poder para sus personas, que por siglos les negaron las sociedades vertebradas y regidas por y para los machos de la especie humana, por esa verdad evidente y en crecimiento de los éxitos de nuestras madres, hermanas y compañeras de nuestras vidas, me parece una exageración, y considero que fuiste demasiado lejos al creer que Hillary Clinton, por el mero hecho de ser mujer y llegar a la Presidencia de Estados Unidos, como todo parece indicar, y ser así la mujer más poderosa del mundo, va a hacer una globalidad más respirable para todos, es llevar el optimismo al despeñadero del exceso. Pienso que en tu entusiasmo, olvidaste que todos los argumentos, por buenos que sean, como las monedas, tienen su cara y su cruz.



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