BOGOTÁ (apro).- El embajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker, se ha convertido por estos días en un arquetipo de lo que la izquierda latinoamericana definiría como una suerte de “imperialismo yanqui de cuello blanco”, que es aquel que no invade militarmente pero sí interviene en asuntos internos de otros países para favorecer sus intereses.
Legisladores colombianos han denunciado que Whitaker los quiso instruir para votar un proyecto de ley en el Congreso como él quería que lo hicieran.