La niñez migrante no acompañada es la población en movimiento desde México y en tránsito por nuestro país bajo las situaciones más vulnerables y dramáticas. De entrada, encontrarse fuera de un hogar, sin el contacto inmediato con padre, madre o familiar cercano; transitar por lugares desconocidos y en condiciones de alto riesgo, utilizando transportes que amontonan personas en forma inhumana; carecer de sitios donde comer, dormir o asearse sin la angustia y amenazas del contexto, entre otros rudos aspectos del tránsito, son condiciones que explican que las niñas y niños migrantes se encuentren en un escenario de extraordinaria amenaza, cursando una experiencia que marcará su vida para siempre.
Más aguda es su vulnerabilidad si se trata de niñez extranjera; más aún si se trata de niñas o de indígenas. En todos los aspectos, el tránsito de niños y niñas de suyo es una problemática humana delicadísima que amerita el mayor de los esfuerzos gubernamentales y de la sociedad civil dirigidos a su protección. Pero la realidad es que hacemos muy poco por atender seriamente tan grave desafío humano.