CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Después de los fraudulentos comicios en el Estado de México y en Coahuila y de la corrupción de las autoridades del Instituto Nacional Electoral (INE) –que decidieron ignorar y ocultar la información sobre el tema y legalizar así la corrupción de esos procesos–, es evidente que las próximas elecciones serán nuevamente las de la ignominia y el fraude. No hay, como el 18 de julio lo denunciaron el movimiento Ahora y Cuauhtémoc Cárdenas, “condiciones para una elección limpia, digna y confiable en 2018”. Con esas reglas de juego, quienes se sienten a la mesa electoral lo único que harán es convalidar la ignominia, el fraude y lo que desde entonces ha estado detrás de ello: la corrupción, el asesinato, las desapariciones, las fosas clandestinas, la colusión de autoridades con el crimen organizado, la destrucción de territorios, pueblos y comunidades, la impunidad, la indefensión y la miseria.
La lucha electoral, por lo tanto, no está en las urnas de 2018, como muchos piensan. Está antes: en la lucha de todos por hacer, como lo señaló Ahora, que quienes integran el Consejo General del INE renuncien y sean sustituidos por personas que tengan la confianza de la gente y se apeguen a los principios constitucionales que la ley les confiere, y que esas nuevas autoridades, además de garantizar la equidad del voto, vuelvan a celebrar las elecciones en el Estado de México y en Coahuila.