La vacuna y sus interrogantes normativas

José Ramón Cossío Díaz y David J. Sánchez Mejía / ENSAYO

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El desarrollo de las vacunas para prevenir y contener el contagio de covid-19 es un hito para la ciencia contemporánea por la velocidad en que fueron elaboradas, la inversión económica, la conjunción de capacidades y la cooperación de quienes integran la comunidad científica.

Pronósticos agnósticos

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Al menos la primera mitad del 2021 mexicano girará en torno a las vacunas y las elecciones. No necesariamente en ese orden y, por desgracia, tampoco necesariamente por separado. Y es que en la lucha electoral que viene tanto el gobierno como la oposición se juegan su futuro, y por ello ganar la Cámara de Diputados y las 15 gubernaturas es para ambos un objetivo estratégico. En el desenlace de la revocación de mandato en 2022 y la elección presidencial de 2024, en efecto, influirá bastante el control presupuestal y el dominio territorial que se decidirán el próximo 6 de junio. Así pues, lo que veremos en estos seis meses será el despliegue de un pragmatismo desalmado, envuelto en la cantaleta de que el fin justifica los medios. En otras palabras, soy escéptico sobre la factibilidad de vencer al virus en la coyuntura electoral.

Mi primer pronóstico duele: el programa de vacunación será muy lento, por momentos caótico, y se verá manchado por cálculos electoreros. Por un lado, nuestro sistema de salud pública no tiene la infraestructura de distribución ni la cadena de frío necesarias para vacunar –las que tenían algunas farmacéuticas han sido desmanteladas en lo que va del sexenio–; por otro, la organización y la disciplina del Ejército no alcanzarán para contrarrestar la improvisación y el desorden que caracterizan a la 4T. Por lo demás, ¿alguien cree que la renuencia de López-Gatell a que los estados y los hospitales privados compren y aplique vacunas –lo cual aligeraría la carga de la autoridad federal– es ajena a un plan de capitalización política? Ojo, la declaración de AMLO de que no impedirá que los particulares vacunen tuvo una posdata: lo podrán hacer “en su momento”, para que los ricos no se adelanten a los pobres. Por la lentitud que se percibe, eso apunta al verano.

El cristal con que se mira

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Quizá los estragos post pandemia no sean sólo el dolor de las ausencias, las secuelas de la infección y la precariedad económica. Otra consecuencia del maldito coronavirus podría ser un mal aprendizaje: la percepción de que los seres humanos nos estorbamos unos a otros. No me refiero a la socialización: el riesgo no es que nos convirtamos en una sociedad de ermitaños, si vale el oxímoron, sino que crezca la desconfianza y el rechazo a la otredad. Tampoco hablo solamente de una actitud consciente de miedo al contagio; temo un daño inconsciente más profundo, un recrudecimiento del segregacionismo, de la pulsión de erigir barreras y fabricar enemistades.´

Hay una vacuna para eso, y se llama perspectiva. Más que como año de calamidades, haríamos bien en ver el 2020 como invitación a las revaloraciones. “Todo es relativo”, solíamos decir en la escuela, deslumbrados por el relativismo, cuando caíamos en la cuenta de que habíamos despreciado o subestimado a alguien que a la luz de nuevos acontecimientos o en comparación con otras personas nos parecía más valioso. Y sí, en este annus horribilis aquilatamos a médicos y enfermeras desconocidos y trabajadores de servicios esenciales que antes nos eran invisibles o de quienes, con demasiada frecuencia, nos quejábamos. Podemos concebir la otredad como algo bueno, podemos hablar del “extraño amigo”. Podemos comprender que quienes no se parecen a nosotros, quienes no piensan como nosotros, no son por ello malos y mucho menos han de ser nuestros enemigos.

Trumpismo y lopezobradorismo: lecciones de Donald para Andrés Manuel

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Por más que patalee y provoque y tuiteé, es poco probable que Donald Trump logre quedarse en la presidencia. Por más que insista en litigar y judicializar y movilizar a su base electoral, se verá obligado a abandonar la Oficina Oval. Una elección reñida, pero en la cual Joe Biden ha logrado imponerse, sacará al Polarizador en Jefe del poder. Pero eso no significa que el trumpismo haya terminado. Sigue vivo y presente entre los millones de votantes que acudieron a las urnas a refrendarlo. Ahí están, gritando, denunciando, vociferando su descontento con el desenlace electoral y desconociéndolo. El fervor de sus fieles demuestra un fenómeno inquietante: Trump no fue un accidente o una aberración. La contienda de 2016 que lo empoderó no fue un evento extraordinario, sino representativo del país en el cual Estados Unidos se ha convertido. Casi la mitad del electorado examinó los últimos cuatro años y no los rechazó. Votó por extenderlos. Votó para validarlos.

Y esa legitimación a Trump deja tras de sí una nación dividida en dos. Los estados rojos en manos de los republicanos y los estados azules dominados por los demócratas. Biden en control de la presidencia pero sus opositores en control del Senado. Un partido que apenas logra ganar la presidencia y un partido que se dedicará a sabotearla. Una población multicultural, profesional y globalizada, enfrentada a otra que no se percibe ni quiere ser así. Los Millenials contra “Make America Great Again”. Y, como ha argumentado George Packer en The Atlantic,­ parecería que decenas de millones de republicanos quieren más a Trump de lo que quieren a la democracia. Porque Trump es muchas cosas, pero su comportamiento ha demostrado que no es un demócrata. Lleva cuatro años rompiendo reglas, atacando contrapesos, desmantelando instituciones, violando leyes. Ha ejercido un estilo personal de gobernar basado en la promoción del odio, la arenga al adversario, la promesa de la restauración jamás acompañada de un proyecto para el progreso.

La guerra por el voto religioso en Estados Unidos

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El proceso de analizar y comprender la dinámica de las elecciones presidenciales en Estados Unidos tiene sus particularidades con respecto del resto de las democracias occidentales. El electorado se mide por segmentos tradicionales; es decir, la identificación con un partido, la raza, la condición socioeconómica, la ubicación geográfica, niveles de escolaridad, etcétera. Sin embargo, en Norteamérica al análisis del comportamiento de los votantes se ha incorporado un poderoso componente: la identidad religiosa. En el proceso electoral de 2016, el voto casi compacto de protestantes y protestantes evangélicos blancos –que representan cerca de 25% del electorado– fue determinante para el triunfo de Donald Trump.

La presidencia demócrata de un afrodescendiente, como Barack Obama, conmocionó a la clase política anglosajona y al conservadurismo de pastores cristianos que, sin duda, jugaron un papel crucial en la derrota de Hillary Clinton, de tal suerte que para 2020, según el famoso pastor Jim Wallis, “votar en esta elección podría volverse más confesional que electoral o partidista. Se convierte no sólo en un referéndum sobre nuestra democracia, sino en un referéndum sobre nuestra fe”.

La silla del águila sigue embrujada

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Retomo un tema que empecé a desarrollar hace un mes en este espacio. Si bien Andrés Manuel López Obrador es un idealista maquiavélico –en su personalidad cohabitan los ideales de un luchador social por una sociedad justa y un gobierno honesto junto con el pragmatismo de un político taimado–, la correlación de fuerzas internas de esa dualidad ha cambiado en el segundo año de su sexenio. Pareciera que la silla presidencial ha inoculado en AMLO la maldición que le atribuyó Emiliano Zapata y por la cual se negó a sentarse en ella: el maquiavelismo de AMLO crece conforme avanza su Presidencia, en tanto que su idealismo se estanca o de plano se repliega.

Permítaseme reordenar mis ideas en torno a esa tesis. La causa del cambio es obvia: el poder excesivo corrompe. Corromper, según la Real Academia, es echar a perder, y a AMLO lo está echando a perder el enorme poder que ha concentrado y, sí, la ausencia de los famosos contrapesos cuya mera mención le resulta irritante. No hablo de un enriquecimiento personal como el de la gran mayoría de los expresidentes, sino de otra forma de corrupción, que es el abuso del aparato del Estado para combatir a sus enemigos (aunque él prefiere el eufemismo de adversarios, el trato que les da exuda enemistad). Los campos de batalla son la opinión pública y las elecciones. En el primer caso se juega la libertad de expresión; AMLO ya no se conforma con el linchamiento en redes sociales como táctica para inhibir la crítica y empieza a recurrir al uso patrimonialista de los instrumentos de coerción de la Presidencia para disuadir a medios o analistas hostiles.

Casos “El Marro” y Duarte exhiben una Iglesia delincuente

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La detención del Marro puso en evidencia un hecho que se sabía a voces en Guanajuato: su cercanía con la Iglesia católica de la región del Bajío.

Su devoción no se limitaba a otorgar generosos donativos a curas y parroquias. Ha trascendido que la Sedena sigue la pista del dinero en ciertas operaciones inmobiliarias y de terrenos que se hicieron como donaciones a la Iglesia por conducto de empresarios que, luego se sabría, estaban vinculados con el Cártel de Santa Rosa.

Esta no es una crisis económica

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El mayor problema de algunos economistas y no pocos periodistas, así como de muchos políticos, es creer que vivimos una crisis económica en vez de un parón por decreto de Estado.

No puede haber crisis económica sin biografía. Todas inician antes de que las personas puedan darse cuenta del carácter de sus precursores. Siempre hay fenómenos económicos y sucesivas decisiones políticas que al final llevan a una crisis.

A rectificar 4T con Toledo

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hace 78 años, en agosto, el Mahatma Gandhi pronunció un discurso memorable. Discurso ese en el que llamó a sus compatriotas a desterrar el odio hacia los británicos, a quienes calificó de amigos equivocados. Estaba en la posición de señalarles sus equivocaciones; era el 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Tiempo ese de tragedia como el de ahora con su pandemia, racismo, violencia y naufragios económicos.

Más que nunca, el hoy exige paz, unidad y benevolencia. México en general es rehén de lo contrario, violencia y encono. La llaga del encono supura división. División programada que infecta el alma nacional en plena pandemia. La medicina adecuada contra dichos males no puede ser otra que la no-violencia por parte de los que combaten por la salud física, social y política de una nación enferma. Y aquí es donde Gandhi aparece como médico atinadísimo.

¿Un nuevo INE?

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Naufragó el proceso de evaluación técnica de los perfiles de los candidatos y candidatas a ocupar los cuatro lugares vacantes en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral.

Todo había iniciado bien. Las primeras dos etapas del proceso conducido por el Comité Técnico de Evaluación avanzaron con paso firme y gran profesionalismo. 390 personas se registraron y 329 sustentaron un innovador examen de conocimientos y pensamiento crítico. Posteriormente el Comité Técnico hizo una revisión minuciosa de los expedientes (CV, carta de exposición de motivos y ensayo) de las 164 personas que superaron el filtro del examen para llegar a la lista de 60 finalistas.