Javier Sicilia
MÉXICO, D.F., 14 de julio (proceso).- La embriaguez electoral pasó y el país se enfrenta, con una horrenda resaca, a lo que el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad no dejó de anunciar: la ignominia de las elecciones con su cauda de traiciones, de corrupciones, fragmentaciones, polarizaciones, violencia, muerte e impunidad. Nadie, a no ser los corruptos, los traidores, los criminales, los imbéciles y la lógica de la violencia, ganó. La responsabilidad no sólo es de las partidocracias que se negaron a hacer, como lo pedimos en nuestras demandas del 8 de mayo de 2011, una profunda reforma política, una democratización de los medios “””que el movimiento #Yo Soy 132 retomó tardíamente”””, una limpieza de las filas de los partidos y una agenda de unidad nacional, sino de la ciudadanía que redujo, como querían las partidocracias, la emergencia nacional y la vida democrática a un proceso electoral que desde un principio, a causa de la guerra, la impunidad y la corrupción de las instituciones y de los partidos, estaba podrido.