Leonardo Páez
MEXICO, DF, 12 de mayo (proceso).- Quizá porque la vida es corta, algunos espíritus de genio vislumbran temprano la exigencia ineludible de ejercer su vocación, de acudir al misterioso y arduo llamado sin prejuicios ni desmayos, en una entrega existencial capaz de convertir la propia sangre en refrescante vino, para ellos y para muchos otros.