COLONIA, Alemania (Proceso).– “Si quiero ser el portavoz de los sin voz –que dicen poco, aunque tienen mucho que decir– tengo que convertirme, al menos por un tiempo, en uno de ellos”. Así explicaba en 1977 Günter Wallraff la esencia de su forma de hacer periodismo.
Odiado por unos, celebrado por otros, este hombre nacido en 1942 en Burscheid, Alemania, se convirtió en un icono del periodismo de su país durante la segunda mitad del siglo pasado, cuando con sus explosivos reportajes desnudó la parte oscura de las industrias y fábricas que hacían prosperar a la Alemania occidental de la posguerra.
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