Moscú (Proceso).- El 26 de abril se cumplieron 34 años del accidente nuclear de Chernóbil, ese muerto que respira, que sigue siendo una amenaza para la vida y corre el riesgo de despertar por los recientes incendios cercanos a la zona de exclusión. Al igual que en 1986, en este 2020 los bomberos son quienes están más expuestos, con pocas medidas de seguridad. Y al igual que hace tres décadas, las autoridades locales comenzaron minimizando la emergencia.
En Kiev, una segunda generación de ucranianos vuelve a mirar con miedo hacia el norte. Pensaron que la radiación dormiría para siempre bajo la tierra, el acero y el hormigón colocados durante estos años, pero el fuego llegó en abril y amenaza con romper esa frágil promesa.
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