CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Son los poetas, alma, inspiración y motor de transfiguraciones colectivas, de las clases medias, y éstas de las democracias vibrantes. Sin poetas, no hay revoluciones: Miguel Hernández, Martí, Mistral, Yeats, Tagore, López Velarde y tantos más. Sin clases medias no hay democracia que valga. Este 19 de junio de 2021 marca el centenario de la muerte del poeta nacional, Ramón López Velarde, de Jerez, Zacatecas. Él le cantó a la Suave Patria para que no muriera su ánima y su estilo. Sea éste un modesto homenaje a tan gran poeta, muerto a los 33 años, la edad perfecta; y a la vez, un anhelo de retorno a la Suave Patria.
López Velarde, abogado, maderista, católico ferviente, y por vocación, poeta, el poeta nacional de ayer y de siempre. Su numen tempranero, Fuensanta, la Beatriz mexicana. Fuertemente influenciado por el genio de Lugones que un día dijo: “al promediar la tarde de aquel día, cuando iba mi habitual adiós a darte, fue una vaga congoja de dejarte lo que me hizo saber que te quería”.
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