CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Más importante que el mandato de la ley es la orden de la tradición y la costumbre al ejercer el poder. Se ha podido atestiguar cómo la norma jurídica cede ante los usos del poder. “Se acata, pero no se cumple” era la expresión coloquial para reconocer la competencia de la autoridad que emitía la norma, pero que no era posible cumplirla. El reto de que el debe ser de las leyes y el ser de las conductas humanas sigue y goza de grandes oportunidades de mejora en los más distintos rubros de la vida pública.
En el caso del universo de información presidencial en México ha concurrido una mezcla de confusión, desconocimiento y corrupción. En efecto, de entrada se ha pensado históricamente que las cartas recibidas o escritas por el/la president@ de la República, los regalos recibidos por mandatarios extranjeros de cualquier precio y cualquier otra información con independencia de su forma y naturaleza forman parte de la persona que ocupa la Presidencia de la República, razón por la cual –salvo contadas excepciones– estos datos, por llamarlos de alguna forma, al cambiar el titular del Ejecutivo Federal corren la suerte de quien ocupó ese cargo público.
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