LEÓPOLIS (Proceso).- Hace un mes Jarkov, Dnipro, Mariupol o Sumy derrochaban vida. Lo mismo ocurría en Kiev, la capital de Ucrania. Los días marchaban como siempre. Había cierta preocupación por la pugna con Rusia y muchos ciudadanos habían empezado a tomar cursos de supervivencia y entrenamiento militar, pero prácticamente nadie pronosticaba lo que estaba por venir ni lo creía posible.
La sensación era, sencillamente, que lo inimaginable no iba a ocurrir.
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