MONTERREY, N.L. (apro).- En el imaginario colectivo se festeja la representación de Adolf Hitler como un payaso. Al ridiculizarlo, rebajándolo a nivel de caricatura, la humanidad busca llenarlo de escarnio, más allá de su muerte, por ser el responsable del más conocido de los genocidios en la historia.
Jojo Rabbit (Jojo Rabbit, 2019) presenta a este anticristo como el amigo imaginario de un chico que, precisamente, crece dentro de las juventudes hitlerianas en la Segunda Guerra Mundial. Lo que parece ser una comedia que explota el taquillero tema de los nazis y sus atrocidades es, en realidad, una cinta con un humor provocador sobre los peligros de la alienación a la que cualquier persona está expuesta frente a los efectos irresistibles de la propaganda.
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