CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Escritor de artes visuales en busca de la nueva significación conceptual y colaborador permanente de la revista web El Semanario a través de sus “Reflexiones de un diletante”, Diego de Ybarra, además abogado, tenía 33 años cuando un accidente sin sentido –como todos los percances– lo despojó de un futuro que ya empezaba a labrar.
Dueño de una prosa desparpajada, de un toque irónico y un tanto desprendido –como buen ejemplo de su generación descreída–, De Ybarra dejó dos novelas inéditas. De la estirpe del más grande arquitecto que ha dado México, Luis Barragán, Diego se indignó cuando hace poco más de un mes la revista The New Yorker dio a conocer que las cenizas del Premio Pritzker de Arquitectura habían sido convertidas en un diamante a la venta dizque para intercambiarlo por el archivo que se aloja en Suiza.
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