REPORTAJE / PRISMA INTERNACIONAL / Javier Borràs Arumí / CRIMEA (apro).- La ambigua situación de Crimea puede percibirse desde que uno entra en ella: si se coge el ferry que atraviesa el estrecho de Kerch y une la Rusia continental con la península, los procedimientos con los pasaportes y el equipaje son los mismos que al cruzar cualquier frontera entre naciones, a pesar de que Moscú asegura que Crimea es parte de Rusia desde 2014.
Las tarjetas SIM rusas y ucranianas también dejan de funcionar al atravesar esta “frontera”, como si fuera un país distinto.
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