OAXACA, Oax. (apro).– Perla y Wilbert Daniel se fueron juntos. Ni la muerte los separó. Las cajas mortuorias vestidas de blanco fueron colocadas una junto a la otra en el mismo sepulcro y cubiertas de coronas de rosas.
Al pie de la tumba se agolpaban los sentimientos. Unos clamaban “¡justicia!”, sus compañeros de clase les aplaudían, les echaban porras, soltaban globos blancos o arrojaban flores blancas a la sepultura y otros reclamaban: “¿A dónde está el presidente municipal (de Juchitán)?¿A dónde están los derechos de los niños? ¿A dónde está el gobernador?”.
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