Andrés Mourenza
ESTAMBUL, 29 de agosto (apro).- En los primeros días de 2009 el Ministerio de Exteriores turco convocó a los periodistas extranjeros en una pequeña habitación de un lujoso hotel de Estambul. Al frente de la mesa se hallaba un hombre de aspecto tímido, se podría decir que incluso frágil en comparación con la habitual bravuconería de los ministros del Ejecutivo del islamista moderado Recep Tayyip Erdogan.
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