CIUDAD DE MEXICO (apro).- Estimado lector de la presente: la misma sirve para informarle que a servidor le ha dado sobrados motivos para reírse de ese escándalo global llamado “Panama Papers”, pues el mismo, al desnudar ante el mundo, al dejarlo con sus vergüenzas al aire (contradicciones se entiende) al tan admirado y defendido capitalismo, o sea, al régimen económico que tiene por base la propiedad privada de los medios de producción, la libre iniciativa de las empresas, el libre mercado en competencia y por ideal la obtención de beneficios, insisto, a la luz de los Papeles de Panamá, me ataca la risa comprobar que los teóricos y escribas del capitalismo continúen defendiéndolo y ensalzándolo en y por los más diversos medios de comunicación con argumentos como los siguientes: de que es el único, por mejor, sistema de producción que no sólo promete sino que también permite al humano cumplirse plenamente en sus necesidades y deseos, y también porque es el defensor del individuo frente la masa instintiva y bárbara en su actuar, por lo que es incluso escudo y campeón del egoísmo, pues aseguran que el egoísmo de cada persona redunda en beneficio de todas las clases que integran la sociedad, por lo que lo recomendable para el progreso y felicidad de la humana criatura es hacer realidad el lema del laissez faire, laissez passer (dejar hacer, dejar pasar).

Con todo lo anteriormente expuesto, a servidor le resulta extraño, por contradictorio, el que los teóricos y escribas admiradores y defensores del capitalismo insistan y persistan en decir y sostener que el capitalismo no es una ideología más (es decir, un conjunto de ideas y acciones que caracterizan a una persona, grupo, época o movimiento), y sostengan y propaguen, repito, que el capitalismo no es una ideología, sino una mecánica que enlaza el poder y propiedad, que tiene intereses y conveniencias que no buscan satisfacer una teoría… pero esa mecánica ¿no satisface, no beneficia… ¡y de qué manera!… a los capitalistas?… servidor nada más pregunta.