CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La sociedad mexicana en general, perdió su capacidad de asombro. Asombrarse del ser, de su misterio, es el principio del pensar inteligente. Nada ya de fondo le sorprende al “enjambre” social. Es crédula tal sociedad de todo; fundamentalmente de las apariencias que anulan las contradicciones, las antinomias, las paradojas hirientes. Ha capitulado. No sabe ya pensar, someter las cosas -el hambre, la violencia, el engaño, la mezquindad frente al migrante-, al tribunal de la crítica racional. No cuestiona lo esencial. Vive de emociones prerreflexivas. Es adicta al mito.
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