Sabina Berman
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- No diré nada de mi relación con don Julio Scherer, porque apenas y si existió, y se redujo a unas cuantas conversaciones, conversaciones además con más silencios que palabras. Él me causaba a mí una especie de estupor reverencial, que me silenciaba. Era “don Julio Scherer”, la leyenda del periodismo, el señor detrás de las líneas que yo había leído desde la infancia como las emanaciones de la Verdad, la Verdad ocultada por el Poder, la Verdad detrás de las verdades mentirosas de la prensa cooptada.
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