México D.F., 4 de agosto (apro).- De todos los seres que se mueven en la tierra, hay dos especies a las que las une una característica que no tiene nada de virtuosa, pues más bien es perversa: la de los humanos y la de las ratas, únicas en la naturaleza que matan a sus semejantes.
Como no lo ignora el respetable lector de la presente, ante esta horrible realidad surgió y sigue presente la pregunta de ¿Cómo es posible que la criatura humana, que tiene un alma y fue creado a imagen y semejanza de su creador, Dios, haya llegado a tan condenable extravío? La religión, en la tradición judeo-cristiana, de antiguo se la ha explicado con lo del Paraíso Terrenal, la tentación del diablo y la desobediencia de los primeros padres, Adán y Eva.
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