EL CAIRO (apro).- Ahmed Ashraf, un joven egipcio de 23 años, fue arrestado el pasado viernes frente al hospital de Qasr el Nil, en el centro de esta capital. Ibrahim Ahmed, de 22 años, corrió la misma suerte en una calle cercana, y Osama Edham, del que no ha trascendido demasiada información, fue detenido sin dejar rastro ese mismo día. A la joven Sarah Abdelnasser, de 27 años, también le llegó el turno entonces. Y tras ella, siguieron otros como Eslam Othman de la gobernación de Qalyubia, en el norte de la capital, Ashraf El Moghazy, de Kafr El Sheikh, en el delta del río Nilo, Akram Ahmed, de la ciudad portuaria de Suez, o Nasma Jaled y Hegaz Mohamed, detenidos en la histórica urbe de Alejandría.
Y como todos ellos, organizaciones de derechos humanos han documentado el arresto de más de dos mil personas en Egipto desde que el fin de semana pasado tuvieron lugar aquí inusuales protestas contra el presidente Abdel Fatah Al Sisi. Algo que no ocurría en este país desde 2016, y que se ha convertido en todo un desafío para el régimen del exmariscal, temeroso de que puedan continuar las movilizaciones.
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