MÉXICO, 11 de julio (apro).- El Ejército mexicano es leal a sí mismo, no a la democracia. Después de los agravios a los que fue sometido por su pasado comandante en jefe, Felipe Calderón, prefiere curarse en silencio las heridas.
Como nunca antes, durante el sexenio calderonista el Ejército vio cómo un general de división y subsecretario de la Defensa Nacional era encarcelado por dichos de un narcotraficante arrepentido y comprado. El general de división retirado Tomás Ángeles Dauahare vivió en carne propia los abusos del comandante en jefe.
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