CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Como se sabe, el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli es el más importante del país; de él han surgido los más destacados cantantes mexicanos de las últimas décadas, algunos de ellos (y ellas, por supuesto) auténticas figuras a nivel internacional, reclamadas en las principales casas de ópera del mundo, como Javier Camarena, Ramón Vargas y Rolando Villazón, y en el lado femenino María Katzarava.
Otros muchos no han llegado a esos niveles pero son igualmente apreciados en los grandes círculos y van ascendiendo como Noé Colín, Arturo Chacón-Cruz y Juan Orozco que, como sorpresa, se presentó el domingo recién pasado después de la participación de todos los concursantes, en el concierto de selección final de los ganadores de esta trigésimo quinta edición de la competencia que lleva el nombre del gran barítono chileno asentado en nuestro país, y en cuyo homenaje permanente instituyó el concurso su viuda, Gilda Morelli, hoy ya también desaparecida. Su legado ha quedado como demuestra esta versión número 35. Se escribe fácil, pero 35 años de un evento cultural como este no es cosa vana.
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