CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Si el parámetro fuera el número de informes de inteligencia que en 1968 enviaron las agencias estadunidenses sobre el movimiento estudiantil y la matanza de Tlatelolco, el gobierno de Lyndon B. Johnson debió haber estado bien enterado de lo que ocurría en México. Pero no fue así, porque en su mayoría eran superficiales, confusos, contradictorios, frecuentemente inexactos y no pocas veces tendenciosos a partir de la versión oficial del gobierno mexicano y la paranoia anticomunista del estadunidense.
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