REPORTE ESPECIAL / CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La madrugada del pasado 12 de marzo, en medio de la oscuridad, un comando de la División de la Policía Federal destrozó la puerta del domicilio de Erick Uriel Sandoval Rodríguez, ubicado en el centro del poblado de Apipiluco, municipio de Cocula, Guerrero.
Sin mediar palabra y sin reparar en los llantos y gritos de su mujer, sus hijos y su suegro, los policías lo sacaron casi desnudo de la cama en la que descansaba con su familia, lo arrastraron hasta montarlo en una de las camionetas oficiales que se apostaron en el pueblo guerrerense.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí