PARÍS (Proceso).- El pasado 10 de octubre Mats Malm, flamante secretario permanente de la Academia Sueca, cumplió cabalmente un rito secular: a las 13 horas en punto salió de su oficina ubicada en la antigua e imponente sede del Börshuset (Bolsa de Valores) en el corazón de Estocolomo y declaró en forma solemne que el Premio Nobel de 2018 habia sido concedido a Olga Tokarczuk y que el de 2019 coronaba la obra de Peter Handke.
¿Será esa inédita doble premación el epílogo de una tragicomedia digna de figurar en el catálogo de Netflix que a lo largo de 63 semanas sacudió la venerable Fundación Nobel, amenazó la existencia misma de la Academia Sueca, causó pesadillas al rey Carlos XVI Gustavo, conmocionó el país y afectó la imagen del premio literario más famoso del mundo?
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