Con la llegada de Rosario Piedra Ibarra, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se ha convertido en un organismo plegado al discurso federal, sobre todo en temas como el INE, pero también se ha transformado en una entidad que le ha abierto las puertas al amiguismo, la opacidad y a actos irregulares que rayan en la corrupción, de acuerdo con información recabada por este semanario.
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