CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Su llegada no causó algarabía y tampoco la típica fiesta priista de matracas, cornetas y acarreo. Más bien fue un acto protocolario, frío, una celebración forzada por las circunstancias. El “dedazo” presidencial con el que llegó Enrique Ochoa Reza se hizo evidente en la ceremonia de protesta y todos los asistentes a la sesión del Consejo Político Nacional del PRI lo asumieron con aplausos al presidente Enrique Peña Nieto.
“Sí fue un dedazo presidencial, pero así es como funcionan las cosas”, expresa con naturalidad el excandidato presidencial priista Francisco Labastida, quien admite que Ochoa es parte del grupo cercano a Peña Nieto, al contrario de lo que pasa con el sonorense Manlio Fabio Beltrones.
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